Depósitos a plazo fijo

El depósito a plazo fijo, es una de las formulas de depósito bancario, que tenemos disponibles los ahorradores para obtener una rentabilidad por nuestro dinero.
Este tipo de depósitos es la base para el funcionamiento de la banca tradicional, ya que si los pequeños ahorradores no ingresamos dinero en los bancos, difícilmente estos se lo van a prestar a terceros.
El depósito a plazo fijo, es un producto, en el que un cliente entrega a una entidad bancaria una cantidad de dinero, durante un plazo de tiempo pactado, a cambio de recibir una cantidad de dinero en forma de interés. La remuneración puede recibirse al final del periodo pactado o durante la duración del plazo, en fracciones.
Cuando se firma este tipo de contrato, el depositante debe tener claro que el dinero prestado no lo va a necesitar durante el periodo del periodo pactado, ya que si lo necesita antes de terminar el periodo del depósito, la entidad suele penalizar la devolución de la cantidad depositada, mermando sensiblemente la rentabilidad.
Por regla general cuanto mayor es el plazo pactado para el depósito, la rentabilidad suele aumentar, aunque en los momentos económicos que vivimos no siempre esta regla se cumple, ya que hay entidades que pueden llegar a ofrecer rentabilidades muy atractivas en cortos periodos de tiempo, cuando se trata de captar nuevos clientes o nuevos incrementos de capital.
Al acercarnos a la entidad bancaria para contratar uno de los depósitos a plazo fijo que nos puede ofrecer, tenemos que entender muy bien lo que nos ofrecen y leer el contrato antes de firmarlo.
Este consejo es aplicable sobre todo a los nuevos productos estructurados, que suelen ligar la rentabilidad del producto a la evolución de un activo, y se comercializan como si fuera un depósito tradicional, cuando en realidad no lo es.

Muchas veces estos depósitos no consiguen batir a la inflación económica, pero está claro que la rentabilidad será mayor que conservar nuestro dinero en una cuenta no remunerada, o ponerlo bajo el colchón.